Santa Scorese Luigi Accattoli |
Presentación al libro Le zolle fiorite Preghiere di una Serva di Dio,
bajo la dirección de Giuseppe Micunco, Stilo Editrice, 2003.
Creo que Santa Scorese sea una mártir de la dignidad de la mujer. Uso la palabra " mártir " en el sentido amplio con el cual Juan Pablo II ha hablado de "nuevos mártires ", para indicar durante el Grande Jubileo - los "testigos de la fe" de nuestro tiempo. Y empleo la expresión "dignidad de la mujer" en el sentido fuerte con el cual nuestro Papa ha titulado su himno al genio femenino: la Mulieris dignitatem.
Combino por fin los dos conceptos siguiendo la intuición con la cual el Papa, en otra ocasión ha hablado de las víctimas de la resistencia al nazismo como " mártires de la dignidad de la humanidad" (mensaje Urbi et orbi Pascua 1985).
Todos los que se acuerdan de su juventud piensan que Santa es una figura fascinante. He encuentrado Santa por la primera vez cincos años despuès su martirio, mientras que preparaba una antología de oraciones, donde citaba una pagína luminosa de su diario, la de la declaración a Jesús: "Yo soy muy feliz de estar a punto de enamorarme de ti" (Cento preghiere italiane di fine millennio, La Locusta, Vicenza 1996, p.54).
He hallado Santa algunos años despuès, quando hacía una investigación sobre los " mártires" del siglo XX y decidí de insertarla - como una hermana más pequeña en la lista de las " mártires de la dignidad de la mujer", despuès Maria Goretti (beata en el 1947, santa en el 1950), Antonia Mesina (beata en el 1987), Pierina Morosini (beata en el 1989), Teresa Bracco (beata en el 1998), poniendola en el quinto puesto despuès una santa y tres beatas (Nuovi martiri. 393 storie cristiane nell'Italia di oggi, San Paolo, Cinisello Balsamo 2000, p. 257).
Pero Santa es fascinante tambièn por todos los que tienen hijos de veinte años: y yo he amado esta chica como una hija leyendo su perfil escribido paternamente por Giuseppe Micunco. Me atraen y soy seguro que atraen los lectores también su vitalidad, su búsqueda de un camino en la vida, su deseo de plenitud de vida. Sueña "un hombre para amar", con el cual dividir "toda la vida". Tambièn cuando siente más fuerte el atractivo de Dios, este es en el signo de la plenitud y no de la privación: "Seré un lirio blanco, una vela, una águila, una música porque tú eres todas estas cosas".
Al final Santa atrae todos los que han encontrado en su vida el misterio de Dios y son estados, tambièn sólo un momento, en su presencia. Ella muestra de vivir toda su breve existencia delante del misterio. Siente en el mismo tiempo el amor de Dios y el silencio de Dios. En su diario se pide si merece dedicar su propia existencia a un Dios que "sigue callando" y habla con encantamiento de la historia que vive con él: "Este Dios que està enamorado de mí sin saber que va buscando problemas".
Pero no se hablaría de Santa, si Santa no fuera una mártir. Desde siempre, en Italia y por todas partes las mujeres resisten a la violencia sexual hasta la muerte: la tradición cristiana las considera " mártires".
Esta tradición ha estada recuperada con fuerza, durante nuestro siglo, por las comunidades que han espontáneamente venerado algunas de estas mártires, y por los Papas Pio XII y Juan Pablo II que han reconocido aquel martirio, en cincos diferentes actos de beatificación (a las cuatro italianas citadas, tenemos que agregar la polaca Carolina Kozka, beatificada en el 1987) y en uno de canonización.
Quiero llamar estas hermanas " mártires de la dignidad de la mujer", con referencia como he ya dicho a la Mulieris dignitatem, la encíclicas de Juan Pablo II (1988), en la cual se leye que hay "una herencia del pecado" la cual condiciona en negativo la relación entre el hombre y la mujer: "una mala herencia" que cada persona y cada generación tienen que obstaculizar y superar.
Esta superación debe ser realizada por el hombre y tambièn por la mujer: "En efecto en todos los cases donde el hombre es responsable de lo que ofende la dignidad personal y la vocación de la mujer, él ofende su propia dignidad personal y su propia vocación ".
Será con toda su vida que una mujer cristiana defendará su propia dignidad de persona. Pero a veces sucede que es necesario defenderla también de manera fuerte - delante de un cortejo obsesivo, o una violencia sexual. Santa ha vivido las dos experiencias. El misterio de la iniquidad sigue manifestandose, también durante nuestro tiempo, con la agresión violenta contra las mujeres.
Es muy dificil hablar de este argumento en la ciudad mundial, que no conoce el respeto por las almas y los cuerpos. Pero es necesario probar. Es por eso que propongo una pequeña novedad en el languaje: un periodista puede ejercer la función de quien experimenta palabras nuevas y quien sabe mucho más puede evaluar la calidad de mi propuesta.
Una locución tradicional como " mártires del pudor", o "de la pureza", creo que hoy sea incomprensible por los medios de comunicación de masa y por nuestros hijos que frecuentan las parroquias. Además creo que aquella expresión que aspira a la salvaguardia del propio pudor no sea más, en la moderna cultura, capaz de hacer justicia a las historias de estas mujeres fuertes, que saben muy bien de ser llamadas a resistir a lo que ofende no sólo el pudor personal sino también la dignidad y la vocación de cada mujer y, por eso, de todas las mujeres. Una conciencia que es máxima en Santa, como había estada fuerte en Pierina Morosini (de Bergamo, matada a 26 años, en el 1957, por un pretendiente rechazado), la más semejante por edad y cultura, entre las hermanas cuyo martirio ha estado ya reconocido por la Iglesia.
Nosotros sabemos que ellas eran mujeres fuertes y no simple víctimas de la dureza de la vida como sabe muy bien la grande tradición de la Iglesia, así como se leye en la homilía de Pio XII para la beatificación de Maria Goretti (28 de abril de 1947), que compara Maria con la virgen romana Agnese - "mártir de la fe y del pudor" - y así continua: "Su virtud principal es la fuerza. Fuerza de la virgen, fuerza de la mártir, que la juventud pone en una luz más viva y luminosa. Fuerza que es salvaguardia y fruto de la virginidad en el mismo tiempo".
Esta fuerza Santa la busca en sí misma y en Dios, para resistir al joven que la molesta desde hace tres años y por fin la mata! En su diario, después la primera tentativa de agresión, lo llama "sucio individuo". Cuenta de ser "asustada", pero también "tan nerviosa" y como sufre de estar acompañada! En ella están todos los signos de la lucha de todas las chicas modernas que quieren defender su dignidad contra la violencia masculina. La historia de Santa - mejor de la las hermanas que l'han precedida en esta aventura testimonial puede ayudar a vencer el prejudicio más difundido sobre estas figuras: que sean víctimas ignorantes de la sexofobia católica y campesina.
A diferencia de la niña Maria Goretti, que tenía solo doze años, Santa es grande y hermosa, frecuenta la universidad y tiene un diario, es voluntaria de la Cruz Roja, conoce la vida y la sexualidad. Pero muestra el mismo celos de Marietta y de otras hermanas por el misterio de su cuerpo y del amor, que cada cristiano siente como fundamental por la verdadera redención también futura de la dignidad de la mujer y del hombre.
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